La inhibición le juega sucio a Miriam.

 La inhibición le juega sucio a Miriam.

La inhibición de la Procuradora deja el juicio de Odebrecht en manos de Dios y los encartados gozosos de que sea el Señor que reparta suerte.

El hecho, que podría considerarse normal, tiene sus implicaciones, y todas en contra de un proceso ampliado y limpio.

La llamada voluntad política en la lucha contra la corrupción estaría representada en el Ministerio Público que lleva la acusación. Si la máxima autoridad de éste se sustrae, no sube a estrado ni orienta como superiora ¿por qué los adjuntos deberán afanarse más de la cuenta?

Además, el soldado que se toma atribuciones sabe lo que le viene. Como diría el nuevo jefe de La Victoria, le sale lo suyo.

En determinadas circunstancias los rangos, los niveles, son importantes, y la de Odebrecht no sería excepción, sino norma. Ese destino de Maricutana no conviene, no aprovecha, perjudica.

Si se deja ir esta lisa después de agarrada ¿con qué moral se podría dar inicio a la cruzada que se anuncia, avecina y presiona?

La impunidad se debate en el desconcierto.

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