Del Masacre: ¡consensuar así, no!

 Del Masacre: ¡consensuar así, no!

“Un país no puede hacer nada sin la aprobación del otro”- dijo a BBC en Mayo del 2017 Stephen Mumme, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Colorado y Especialista en Diplomacia del Agua entre Estados Unidos y México. Así se refirió el especialista sobre el acuerdo firmado en 1970 para mantener el Rio Grande como frontera internacional entre ambos países.

El artículo 4 de este Tratado, establece que: “…cada país debe prohibir la construcción de estructuras en su territorio que en juicio de la Comisión Internacional de Limites y Aguas, puedan causar desvío u obstrucción del flujo normal del río o de su flujo de inundación”. Aún mas, en caso de que se construyese el país debe compensar los daños causados por dicho ilegal desvío. Todo lo anterior se refiere a las prepotentes intenciones del vecino país de desviar al Río Masacre de su cause hacia Juana Méndez. Los ríos relativamente sinuosos como de por sí es el río Masacre, ya vienen con barreras naturales que entorpecen su libre movimiento del caudal de agua, por lo que la ley del equilibrio natural hace que el río se reconfigure, erosione y establezca su propia arquitectura acuífera. Desviar de su cause a un río, ya malogrado por las prácticas no amigables de tala de árboles y extracción indiscriminada de arena, es inaceptable.

Los expertos de nuestro país han hablado y se han pronunciado sobre las catastróficas consecuencias del planificado desvío. De la manera en que las autoridades de nuestros vecinos han abordado el tema, aunque no nos causa extrañeza, nos llena de indignación y enojo, e implica que no les interesa el consenso. Ante todo lo anterior, ¿Qué hay que consensuar?… “Consenso” viene del latín consensus que significa “aprobación de todos”. Se consensua en situaciones en que la decisión depende de dos o muchas partes, pero cuando se trata de nuestra posesión, nos asiste el derecho por antonomasia. Ahí está el Tratado de 1929. No somos indiferentes ante las condiciones autoinfingidas (¡mayúsculas!) de nuestro vecino país,. Nos sensibilizamos ante sus problemas como buenos vecinos, pero no podemos continuar con las posturas indignas, genuflexas y pusilánimes del pasado. Es hora de retomar nuestra soberanía y nuestro orgullo patrio. Señor presidente, Ud. continúa levantando en alto la malograda imagen del Arquetipo Nacional, de su buena intención damos Fe. Tome su decisión, continúe su maravillosa obra patriótica y dé un ejemplo de autodeterminación.

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