¿Renovación o experiencia? El rostro del futuro político dominicano entre Omar Fernández y David Collado

 ¿Renovación o experiencia? El rostro del futuro político dominicano entre Omar Fernández y David Collado

Por Pedro Danel Guzmán

En una República Dominicana marcada por una nueva generación de votantes conectados, críticos y cada vez más exigentes, dos figuras emergen como posibles protagonistas del futuro político nacional: Omar Fernández, flamante senador del Distrito Nacional por la Fuerza del Pueblo, y David Collado, actual Ministro de Turismo y figura destacada del oficialista PRM.

Ambos representan estilos distintos, no solo en su trayectoria política, sino también en cómo se proyectan hacia la ciudadanía. Y eso importa: en una época donde la política también se juega en redes, en reels y en la narrativa emocional, el rostro que se muestra dice tanto como la propuesta que se defiende.

Omar Fernández: el poder de lo nuevo

A sus 32 años, Omar Fernández no solo ganó la senaduría del Distrito Nacional, sino que logró algo más difícil: convertirse en una figura política respetada por encima del apellido que lleva. Hijo del expresidente Leonel Fernández, ha sabido construir su propia narrativa de cercanía, renovación y escucha activa, especialmente hacia los jóvenes urbanos.

Su victoria en mayo de 2024 no fue menor. Enfrentó al candidato oficialista Guillermo Moreno, respaldado directamente por el presidente Abinader, y le ganó con el 56% de los votos. Esa victoria reflejó más que un triunfo electoral: marcó un punto de quiebre en la hegemonía del PRM en la capital.

Omar proyecta juventud, carisma y serenidad. Su rostro transmite empatía, su estilo es sobrio pero moderno, y sus mensajes suelen conectar con quienes buscan un relevo generacional en la política. Pero no todo es ganancia. Algunos todavía ven en él una prolongación de las viejas estructuras políticas por su lazo familiar. Además, su liderazgo, aunque sólido en la capital, aún necesita consolidarse en regiones donde el apellido Fernández ya no pesa tanto.

David Collado: la confianza que se construye

A sus 49 años, David Collado ya no es una promesa: es una figura hecha y derecha dentro del PRM. Como exalcalde del Distrito Nacional y actual ministro de Turismo, ha sabido ganarse el respeto incluso de quienes no simpatizan con su partido. Su gestión en Turismo ha sido reconocida por su eficiencia y por cómo ha sabido vender el país al mundo en tiempos de incertidumbre global.

Aunque no fue candidato en las elecciones de 2024, su nombre suena con fuerza para 2028. Collado proyecta seguridad, madurez y experiencia. Su rostro firme, su tono pausado y su estilo conservador le dan una imagen de estabilidad. En tiempos de incertidumbre, eso tiene valor.

Pero la moneda tiene otra cara: su cercanía al gobierno de Abinader, aunque le da respaldo institucional, también podría jugarle en contra si la población busca un cambio tras dos períodos del PRM. Además, no es el único dentro del partido con aspiraciones presidenciales. Tendrá que ganarse el puesto en una competencia interna que promete ser intensa.

¿Qué buscan los jóvenes?

Muchos de los jóvenes —quienes están entre los 18 y los 40— no solo votan por ideas, sino por identidades. Nos importa cómo un líder nos representa, cómo habla, cómo enfrenta los ataques, y sí, cómo se ve. En ese sentido, Omar y David son dos caras de la misma moneda: uno simboliza el cambio generacional con una narrativa empática y progresista; el otro, la continuidad eficiente con visión de Estado.

Uno se acerca con una sonrisa y discurso de unidad; el otro convence con resultados y temple. ¿A cuál preferimos? Todo dependerá de qué necesite el país en 2028… y de cómo ambos evolucionen en los próximos años.

En resumen: Omar Fernández y David Collado no solo están construyendo carreras, están modelando futuros posibles. Ambos tienen fortalezas reales, desafíos concretos y, sobre todo, rostros que comunican más de lo que a veces sus palabras pueden decir. El tiempo y los votantes —especialmente los jóvenes— dirán si el futuro se escribe con la promesa del relevo o con la experiencia de lo probado.

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